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Historia Épica

La muerte negra

Entre 1347 y 1360 asoló Europa la pandemia más terrible que ha conocido el ser humano: la peste bubónica.


En la Europa medieval el hacinamiento en las ciudades, unido a la falta absoluta de salubridad, provocaba que las ratas y las pulgas que convivían con los habitantes de las urbes propagaran el tifus, la disentería y la gripe provocando auténticas epidemias, en ocasiones de dimensiones catastróficas.


Sería correcto deducir entonces que la gente de la época estaba habituada a convivir con este tipo de situaciones, pero esto cambiaría drásticamente con la aparición de una enfermedad desconocida hasta entonces por los europeos.


La peste alcanzó Europa porque los grandes comerciantes de la Edad Media, genoveses y venecianos, ampliaron sus rutas de comercio hacia Asia, donde tomaron contacto con la enfermedad trayéndola posteriormente a Europa.


En apenas cuatro años, la pandemia se propagó por toda Europa dejando a su paso un rastro de muerte que exterminó a un tercio de la población europea...


Las reacciones ante tal catástrofe fueron variadas. En el campo de la cultura, se extendió una fascinación casi morbosa por todo lo relacionado con la muerte, siendo el máximo exponente de esta corriente la proliferación de representaciones pictóricas conocidas como “danzas macabras” o “danzas de la muerte”. Por otro lado, la gente de a pie, tomó esta epidemia como un castigo divino, por lo que crecieron desproporcionadamente las corrientes religiosas conocidas como “flagelantes”, que intentaban purgar sus culpas mediante el castigo corporal.


Además de las muertes provocadas directamente por la enfermedad, se produjeron muchas más debido al hundimiento económico que, gradualmente, producía la escasez de trabajadores.


En vista de esta situación y viendo que los judíos se contagiaban menos (porque cuidaban la higiene en mayor medida que los cristianos), la gente encontró su “cabeza de turco” en ellos, a los que se acusó de envenenar los pozos y de realizar rituales siniestros. Las calles se llenaron de turbas enfurecidas y se produjeron auténticas cacerías de judíos, a los que se masacraba sin piedad.


La enfermedad se caracterizaba por la aparición de unas bubas parduzcas y terriblemente dolorosas que inundaban el cuerpo del infectado provocando su muerte entre estertores y espasmos en un periodo aproximado de tres días que variaba levemente en función del paciente.


Esta es la historia de una catástrofe que arrasó la Europa medieval. Para unos el azote de Dios, para otros simplemente una pandemia. Que cada cual decida...

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